"EL MÚSICO" LIBRO AUTOBIOGRÁFICO AUTOR: ROBERTO VALADEZ GARCÍA
EL MÚSICO
Roberto Valadez García
Fecha de Nacimiento: 20 de Marzo de 1969
Lugar de Nacimiento: Villa Corona Jalisco México
Capítulo 1
Marzo de 1973. Desperté y tenía 4 años, mi madre en la cocina como siempre, hacía la comida para mis hermanos y para mí; de la habitación donde dormía alcanzaba escuchar cuando torteaba y podía oler la comida de ese día, me levante, me vestí y busque mis huaraches, también la resortera que mi padre me había hecho con una orqueta de una rama. Un maravilloso día me esperaba para jugar pero antes debía desayunar, para esa hora mi padre y mis hermanos se habían ido a trabajar, mis hermanas ya estaban barriendo el patio, trapeando el corredor. Llegué a la cocina y ahí estaba mi hermosa madre cerca del fogón de leña, torteando. Hijo mío acércate y siéntate para que desayunes, ahorita te sirvo, me dijo amorosa. El menú: frijolitos fritos con queso y un vaso con leche. No sabía que era rico pero así era, tenía a mis padres, una cama, un techo, comida pero sobre todo mucho amor. Disfruté cada bocado de tan exquisito manjar, mirando de vez en cuando a la mujer que me dio la vida. Cuando termines vas a ir a la tienda de enfrente con Otilio Maciel a comprarme piloncillo, claro que sí, contesté apurando el último bocado y después el resto de la leche. Después de hacer el mandado le dije: mamá puedo ir a jugar? Me contestó si pero a la calle no, es muy temprano, ve al patio o al corral, juega aquí en la casa. Nuestra casa no era grande pero tenía un corredor que por supuesto ahí no podía jugar pues lo estaban limpiando y trapeando mis hermanas, pero había un pequeño patio de tierra donde crecían plantas y un pequeño árbol donde siempre jugaba, donde enterraba mi tesoro que consistía en unas canicas y unas piedras pedernal negras, algunas de colores, que me encantaba coleccionar. Atrás de la casa había un corral donde había unas gallinas, no había barda si no una cerca de alambre de púas que daba a la calle J. Merced Sedano.
Capítulo 2
Después de jugar un rato en el patio de mi casa y encontrar dos varas que simulaban baquetas, además de una olla de peltre ya inservible para usar en la cocina, la use como tambor para tocar ritmo y cantar, todas las tardes, mocoso enfadoso así me recuerdan los vecinos, pero así iniciaba la vida de un pequeño músico de las Colonias en Villa Corona Jalisco México.
Enfrente de la casa por la calle J. Merced Sedano vivía mi padrino Pancho quien tocaba la guitarra en la esquina y cantaba con sus amigos algunas tardes, me llamaba la atención escucharlos y me arrimaba cerca de ellos, soñaba con tener una guitarra ; me dije: algún día tendré mi guitarra para cantar como ellos, cuatro años más tarde mi abuelo Pablo me regaló mi primer guitarra.
La calle Morelos y la Calle J. Merced Sedano eran de tierra, la luz de los focos en las casas era amarilla casi como la flama de una vela, no había drenaje pero ya había red de agua potable. Mi mamá así como las demás amas de casa iban a lavar a un venero de agua termal de los muchos que había cerca de la laguna, la ropa sucia era cargada en un chiquihuite de carrizo, el lavadero era una piedra que tenía una parte plana. Muchas veces acompañaba a mi madre cuando iba a lavar ropa al venero y mientras ella lavaba yo me bañaba.
Mi madre cantaba hermoso, muchas veces cantábamos juntos, escuchábamos la radio y las melodías más exitosas las aprendía a base de cantarlas cada vez que se escuchaban. Así canciones como:
amorcito corazón, cien años, piel canela, sabor a mí, tres regalos, gema, etc. Fueron de las primeras canciones que canté al lado de mi Madre Juliana hermosa.
Capítulo 3
1974 con cinco años cumplidos me divertía con los niños de mi edad, jugando fútbol, canicas, trompos, etc. Mi Padre tenía una troca modelo ford 1951 con la cual fleteaba a algunos comerciantes del pueblo con sus productos. Recuerdo que fleteaba la carne a Juan José Aréchiga y le regalaba pepena o las tripas de los animales y era cuando comíamos de lujo, toda la cuadra olía a tripitas que acompañaba mi Madre con frijoles de la olla, chile en molcajete y torteadas. Realmente saboreabamos cada bocado de tan exquisito manjar.
A las 9 de la noche nos buscaba mamá para que dejáramos de jugar y regresaramos a casa. Todos nos conocíamos no éramos vecinos éramos familia y aunque a veces peleábamos, otro día olvidabamos y continuaba el juego. Por la calle Morelos aproximadamente a 500 metros de casa, iniciaba la laguna que lucia transparente agua, podían verse los peces, estar sentado en una piedra a la orilla, disfrutando la brisa, disfrutando sus pequeñas olas era de verdad algo hermoso, inspirador, sublime . . .
Capitulo 4
A los 8 años mi abuelo Pablo me compró mi primer guitarra, recuerdo que no alcanzaba a tocarla muy bien pues no sabía ningún acorde pero feliz de la vida, la acomodaba a un lado de mi cuando dormía.
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